martes, 22 de marzo de 2011

Those wonderful years

Recuerdo una época en la que era monárquico, cuando creía en las figuras regentes, más concretamente las de los Reyes Magos de Oriente. Esa época feliz, despreocupada de la infancia, cuando la magia existe, cuando no hay nada imposible. Cuando te lo dan todo hecho, cuando aún quedan lejos los primerizos brotes de acné, y la adolescencia era una puerta aún lejos de franquear.

Es una dulce nostalgia, no quisiera volver a vivir esa época, lo pasado está pasado y ensoñarlo en demasía te impide vivir el presente. Pero sí me encantaría revivir algunos de sus momentos.

Alguna que otra vez he pensado lo que me gustaría volver a revivir un día de colegio, al comienzo de la primaria, con el único pensamiento de jugar todo el día. Aquellos días en los que deseaba, de mayor,  no ser bombero ni torero o astronauta, si no creador de máquinas Game and Watch. O en los que jugaba (maljugaba) al fútbol en la pista escolar con una piedra por balón.

Mágico momento de vida, época en la de una persona, que determina tan importantemente el futuro; cuántas personas han tenido una adultez mala, en muchos sentidos y algunos trágicos, por haber vivido una infancia infeliz, mal atendida...

Recuerdo con tanto cariño las increíbles mañanas del Día de Reyes, varias de ellas, posiblemente los momentos más mágicos de toda la infancia. Y recuerdo especialmente, de ellos, cuando me trajeron mi primer ordenador personal.

Cuando salimos mi hermano y yo al comedor sólo vimos carbón, cantidades de carbón dulce que más adelante nos fuimos comiendo con fruición. Nos quedamos consternados y mudos mirando, hasta que mi hermano miró a la otra parte del comedor y me dijo un sonoro "¡Mira!" y ahí estaba, perfectamente montado, aún sin instalar, un Spectrum, con una televisor, un maletín de juegos, su casette para cargarlos y demás.

Con qué tremenda ilusión corrimos al comedor para verlo de cerca, aunque aún tuvimos que esperar un tiempo para comenzar a disfrutarlo por que no sabíamos montarlo.


¡Dulce infancia! Yo te añoro.