miércoles, 2 de febrero de 2011

Ostión que nos pegamos.

Quiero recordar, en esta entrada, uno de los momentos más entrañables que he vivido en el World of Warcraft. Lamento la mala calidad de las imágenes, pero tuve que dibujarlas en el restaurante, entre que nos servían y entre plato y plato, y mi compañero las fotografió para poder pasarlas al PC.

A este magnífico juego online me afición mi hermano (http://rincontopo.blogspot.com/), en el 2006, y a día de hoy seguimos jugando y disfrutando de él, aunque él es bastante mejor jugador que yo.
Precisamente por eso, y especialmente al principio, me tenía que ayudar a menudo indicándome qué zonas del juego visitar para continuar avanzando o, sobre todo, dónde estaban los maestros de vuelo (puntos para viajar de forma rápida de un lugar a otro del mundo) en el mapa. 

En una de esas estábamos, teníamos que pasar de una zona que se llama Tanaris a Un'Goro, por una cadena montañosa. No recuerdo bien qué íbamos a hacer allí, creo que me iba a mostrar el pundo de otro maestro de vuelo.


Pues estábamos en esas y yo, para no dejarle todo el trabajo, aseguré que sabía caminar de un sitio a otro y ahí fuimos marchando, yo dirigiendo mi personaje y él siguiéndome de forma automática.
Por cierto, los personajes son nuestos dos primeros del WOW, Francisco José un no-muerto brujo (Merpin) y yo un troll chamán (Mulketh):


Al rato de caminar no sé muy bien qué pasó, que de repente me vi con el abismo bajo mis pies, y arrastré al pobre Merpin una caída tremenda montañas abajo.


 Ahí nos quedamos los dos, en mitad del macizo montañoso, en un saliente, parecíamos de la película Viven, ahí los dos perdidos en medio de la nada y sin poder escapar, con la diferencia de que los dos personajes la cascaron con la caída. Menos mal, por que los no muertos comen carne de seres antropomorfos y no creo que hubiera tenido recelos a la hora de devorar mi personaje por vivir un poco más.

En este juego, cuando vas con tu espírito cerca de la ubicación del cadáver, puedes resucitar, pero como estábamos en un saliente en medio de la nada, no fuimos capaces para, en la fracción de segundo que caíamos al lado de los cadáveres, hacer click y resucitar, así que nos volvimos a tirar por la montaña para nada. 

Una vez abajo, resucitamos manualmente, con lo que sufrimos la penalización de 10 minutos, el desgaste del equipo, y el enfado de Francisco José que ya fue más reticente a la hora de dejarse guiar por mi personaje.Eso sí, al final llegamos al maestro de vuelo de Un'Goro.


Y de Viven, pasamos a Jurassic Park...


3 comentarios:

  1. Jajajajja. Genial el momento y perfectamente recreado. Sobre todo mi cara al final jajajaja.

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  2. La historia está tan bien contada e ilustrada que después de leer esta entrada, casi podría yo contarla como anécdota mía! :)

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